Cuando llegué a Europa hace ya más de 20 años, estuve unos tres meses sin comer aguacate. 20 años no son nada decía aquel que cantaba tangos. Seguro que no son nada cantando tangos, pero como emigrante los años te marcan mucho. No pasa un día que no se extrañe la tierra que te vio nacer . Decimos que una ensalada sin aguacate no es cubana. Los cubanos tenemos con el agucate una relación muy especial. Debe de estar presente siempre en toda ensalada – o al menos cuando se pretenda presentar una mesa elegante para ocasiones especiales. En Estocolmo yo no compraba aguacate, pues no lo distinguía en el supermercado, hasta que un cubano que me visitó se asombró de que mi ensalada no tuviera aguacate. Le respondí “Es que no lo encuentro…” Éste se rió, me acompañó al mercado y en la sección de verduras me lo mostró. Yo respondí “Eso no es agucate – eso debe de ser una fruta exótica de la India o algo así…” Me ahorro las mil palabras ilustrando con una foto el aguacate común en Europa y el que luego después de 20 años está comenzando a llegar al norte de Europa.
1 aguacate de porte medio
2 tomates medianos
1 limón criollo (lima)
1 cebolla roja
1 ramillete de cilantro
un chorrito de aceite de oliva vírgen extra
sal
Enjuagar con agua corriente el cilantro y los tomates. Pelar la cebolla y abrir el aguacate. Cortar todo en trozos brunoise, o sea pequeños y lo más uniforme posible.
Del cilantro tomar solo las terminaciones y las hojas. Exprimir el limón, agregándole un chorro de aceite de oliva, poner sal a gusto y remover.
Del pan cubano subiré la receta próximamente. Se puede sustituir por baguette, pan de payès o pan gallego.
Recomendaciones
Solo usar lima (osea limón criollo).
A quien no le agrade el cilantro, lo puede sustituir por perejil o albahaca.